Centros de capacitacion en medicina nativa

This blog is for internships and experiences in places where they conserve native medicine and traditional practices, mostly in the Amazon, but also the Andes and the Coast. (Este es un programa de pasantías y experiencia por lugares donde aun se conservan la medicina nativa y las practicas tradicionales, tanto en la Amazonía, en los Andes como en la Costa.)

Sunday, October 28, 2007

Shamanismo en el Ecuador (Revista tierra Incoginita)

Texto Juan Sebastián Martínez
Foto Karla Gachet / Grupo Pentaprisma
Shamanismo entre los Shuar: entrevista a Alfonso Maigua, fuerza de montaña
Alfonso Maigua, uno de los shamanes más reconocidos de la provincia de Imbabura.
La Calera es una población que recibe a personas de todas las regiones del Ecuador necesitadas de una curación o “limpia” para sus enfermedades. Y es que, según se ha difundido, en este pequeño asentamiento viven varias personas que se dedican a la práctica del shamanismo.Por las descuidadas calles de tierra de La Calera –ubicada en las afueras de Cotacachi, provincia de Imbabura– circulan transeúntes (la mayoría indígenas) que informarán gustosos sobre la ubicación de la casa de algún hombre o mujer que sepa curar las dolencias producidas por el mal de ojo –causado por envidia o por brujería– y otros quebrantos físicos ligados a lo sobrenatural y a lo espiritual. Es muy probable que los informantes, además de guiar al afuereño, le digan que, en tal o cual casa, vive un shamán.Así llegamos hasta el domicilio de Alfonso Maigua, uno de los shamanes más reconocidos de su comunidad y de la provincia. Quienes lo visitan serán invitados a pasar a la sala y tomar asiento alrededor de una mesa en cuyo centro descansa una vieja herradura sobre un mortero. De todos lo elementos de la sala de su modesta vivienda, dos salían de lo común: un pequeño espejo pentangular ubicado cerca del tumbado para ahuyentar a los malos espíritus y una imagen del Niño Jesús que, según don Alfonso, fue tallada por Caspicara y que ha permanecido en poder de su familia por varias generaciones. ¿Quién le enseñó las artes shamánicas?Mi padre. También aprendí algo de mi madre. Ambos pertenecen a familias dedicadas al shamanismo. Desde muy niño vi cómo mi papá curaba a sus pacientes y trabajaba como su ayudante; él me explicaba todo, hasta que un momento dado, en mi juventud, ya me puse a atender mis propios pacientes. Igual había sido el camino de mi padre: su padre también curaba y también le enseñó sus conocimientos. ¿Usted trata cualquier tipo de enfermedad?No. Hay enfermedades que deben ser curadas por un médico. Por ejemplo una apendicitis. Y también hay otras, como el mal de ojo, que solo pueden ser curadas por un shamán (o brujo, que es lo mismo). Cuando alguien tiene una enfermedad de estas últimas y va donde el médico mishu (el médico blanco o mestizo) empeora más rápido. Una persona debe probar con ambas formas de curarse.¿Cómo son sus curaciones?Cuando una persona está enferma, su energía está desequilibrada; está afectada por malas energías. Yo le vuelvo a equilibrar. Para eso siempre empiezo mis curaciones pidiéndoles que se bañen en una cascada. El agua de la cascada les quita parte de las malas energías. Luego les traigo hasta mi casa y aquí invoco a espíritus para que terminen de equilibrar la energía del paciente. Para esto utilizo mis instrumentos: amuletos o sustancias.¿A qué espíritus invoca?A varios: a los de nuestros dioses, como las Montañas (el Imbabura, la Cotacachi...). Les hago oraciones y la energía del paciente –y la mía– se van despertando y poniéndose listas para la curación.¿Sus antepasados también invocaban a las montañas?Sé que mi abuelo era católico y rezaba a Dios y a la Virgen para que sus pacientes se curen. Mi padre aprendió a hacer eso mismo, y le resultaba. Pero a la vejez se dio cuenta de que utilizando las mismas oraciones, pero cambiando el nombre de Dios por el de las Montañas los enfermos también se curaban. Él hacía eso, pero igual se consideraba católico e iba a misa.

Shamanismo entre los Shwar (Revista Tierra Incógnita)

REVISTA ECUADOR TIERRA INCOGNITA
N° 32 Noviembre - diciembre de 2004
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Texto Patricio Trujillo
Foto Erwin Patzelt / Archivo Histórico del Banco Central
Shamanismo entre los Shuar
Un viejo shamán en la década de 1970. La fama de los shamanes shuar ha trascendido las fronteras regionales y continentales.
Los shuar son conocidos por mantener un elevado uso de plantas nativas (algunas de éstas alucinógenas), así como prácticas shamánicas. El saber shamánico cumple un importante papel en la construcción del imaginario del pueblo Shuar, grupo que habita en las provincias sur orientales del Ecuador.En shuar se denomina uwishin al shamán, o a la persona portadora de conocimiento y, por lo tanto, de poder. Los uwishin son personajes que pueden causar temor en las poblaciones, puesto que mediante artes mágicas y el uso de conocimientos ancestrales sobre plantas y brebajes, pueden hacer el bien o el mal, curar o matar a la gente.Al parecer uwishin viene del término uwin, que significa “chonta”, una palma muy importante dentro de la simbología de las culturas amazónicas, pues su uso es diverso: la fruta es muy apreciada como alimento y se la utiliza para la elaboración de chicha, su madera sirve para construir casas y también para hacer diferentes armas como flechas, arcos y bodoqueras.Se puede establecer una relación lingüística entre el significado de las flechas de chonta que son enviadas por los uwishin a sus enemigos para causar daños y las prácticas shamánicas de los grupos quichuas: estos últimos denominan “chonteros” a los shamanes shuar. Cabe anotar que existe una amplia relación de intercambio mágico ritual entre estos dos grupos. De hecho, muchos shuar realizan cursos de especialización bajo la tutela de shamanes quichuas y viceversa.El mal (o enfermedad) se produce cuando estas “flechas mágicas” son enviadas por uwishines mediante la ayuda de espíritus o por medio de insectos y avispas que poseen aguijón y que llevan el mal (las flechas) en sus agujas. Muchas veces los shamanes son contratados para realizar uno de estos ataques o para repelerlo. Se sabe que en las guerras entre grupos shuar se ha utilizado el poder de los shamanes. Los indios amazónicos aseguran que cuando estas flechas se clavan en alguien, esa persona resulta “topada” o “dañada”, y luego se debilita, enferma y, de no ser curada (es decir, la flecha no es retirada), muere. El único personaje que puede retirar estas flechas y curar al individuo es otro uwishin. Para evitar ser “dañados”, los shuar toman natem (Banisteropis caapi) y malicua (Datura sp.), que son plantas mágicas, de poder, preparadas en rituales para prevenir las enfermedades (protegerse de ataques) y que les permiten pasar de un plano cotidiano a un plano mágico-curativo.El natem es el centro del ritual shamánico; los procesos curativos alrededor de la ingestión de este alucinógeno están relacionados al estado del uwishin, quien ayuna prolongadamente para poder comunicarse con sus espíritus aliados, a quienes pedirá ayuda para localizar y retirar las flechas enviadas por los enemigos. El ayuno abarca cerca de 10 horas, en las que únicamente está permitido ingerir poca cantidad de yuca, plátano y chicha, además de tabaco líquido y cierta cantidad de alcohol.Las ceremonias son nocturnas, puesto que la noche es el espacio ideal para relacionarse con el mundo mágico; según sus creencias, en este lapso los espíritus y los animales mágicos salen al mundo terrenal. Por esto, la ingestión del brebaje se da ente las 19 y las 20 horas, aunque su preparación ha tenido lugar desde mucho antes, ya que éste necesita varias horas de cocción para lograr que los diferentes alcaloides se activen.
Lee el artículo completo en la edición No 32 de ECUADOR TERRA INCOGNITA
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Sunday, October 14, 2007

El espiritu del guerrero

Al pensar en sabiduría de los chamanes descubrí que lo real es el futuro, porque lo real es el lugar donde habita lo único cierto, nuestra muerte; pero el futuro es maravilloso ya que es lo menos dependen sólo de nosotros, porque es nuestra imaginación sorprendida por la casualidad. A la imaginación sorprendida por la casualidad es lo que llamamos existencia humana.

El presente, es lo irreal, eso que sentimos a flor de piel, son nuestras ilusiones, desilusiones y contacto, lo que se percibe desde nuestro estado de ánimo y este dependen de nuestra voluntad.

El pasado es aquello que ya no existe pero de lo que se tiene memoria, o saensación de su existencia y sobre lo que ya no podemos hacer nada mas que aprender y recordar

A partir de esto sólo nos queda en las manos el conocimiento, la voluntad y el tiempo.

Para encontrar la relación entre el conocimiento y el tiempo nuestro y de los demás necesitamos la paciencia. Que es usar el tiempo para conocer algo que nos da confianza y nos permite entender y entrar en el armónico movimiento de lo que existe a lo que llamamos paz, hasta ser nosotros conocimiento.

Para entrar encontrar la relación entre nuestra voluntad y tiempo nuestro y luego con las voluntades y tiempos que nos rodean, necesitamos la serenidad. Esto es sentir nuestra existencia y la existencia de lo ajeno siguiendo su trayectoria en el tiempo hasta ser nosotros tiempo.
Para entrar en la relación entre el conocimiento y la voluntad nuestra y la de los que nos afectan necesitamos la tolerancia o la adaptación, hasta ser nosotros la voluntad
Este encuentro con la paciencia, la serenidad y la tolerancia solo es posible en el presente porque en el pasado fue imposible y en el futuro es probable solamente.
Vivir nuestra edad, es reconocer donde y porque ni fuimos ni seremos iguales a lo que hoy somos, hasta descubrir que clase de persona somos.
A reconocer a esa persona que habita en nosotros entonces tenemos pensamientos, sentimientos, carácter, temperamento, voluntad propios, es decir tenemos personalidad

Finalmente para encontrar todo esto necesitamos cruzar el portal de la valentía, la valentía es lo que nos da valor, es lo que los chamanes llaman "EL ESPIRITU DEL GUERRERO"..

Cuando nos llegue el espíritu del guerrero sabremos que solo nos estamos entrenando para aprender a vencer dificultades mayores y este entrenamiento deberá se proporcional a las dificultades que queremos vencer.
Maximiliano